jueves, enero 30, 2014

Archéologie

La canción se cantó en septiembre de 1959 y de ahí en más siempre.

Es de Jacques Brel, el belga.

Llegó como un fósil de la memoria hace unos días, mientras transcurría un buen vino bajo estrellas serranas, en medio de una conversación muy animada sobre cosas bien distintas, hasta que, hablando de músicas y esas lides, me acordé de Brel. Lo pienso ahora y, por un lado u otro, le queda bastante bien a casi todo lo que se iba hablando, no me pregunte mucho por qué ni cómo, que no lo sé...

Lo que tampoco se sabe exactamente es cuántas versiones hay de ésta que dicen ser una de las canciones de amor más famosas de los últimos 55 años. Cantadores de todo el mundo, no sólo en francés, han cantado y grabado esta pequeña pieza de arte, bastante sencilla, por cierto, pero sumamente expresiva.

Ha habido quienes han tratado de arruinarla, por ejemplo traduciendo la letra a un lenguaje adocenado e insulso o estúpido. Me hubieran preguntado, ya que estamos, y les habría dicho que intentar poner esto en inglés augura un fracaso previsible, aun traduciendo literal. Pero lo hicieron igual y nadie me preguntó nada. No les salió. Se ve que no aman -ni desaman- así los anglófonos... Otros la socavaron cantándola mal y no sólo por la pronunciación, que cuenta, más allá de que es verdad que francés, lo que se dice francés, hablan los que hablan francés...

Vaya uno a saber. La letra es simple, como digo, y lírica más que nada por intensidad, sin demasiado artificio. Tal vez lo que tiene de ruego, casi miserable (y sin casi...), la hace potente. Desesperado, dicen. En todo caso, desesperante, diría. Y pasa que, por conmovedor que resulte, uno está esperando que el ruego termine de una vez... Siempre es triste ver penar como sin remedio ni esperanza.

Un acierto extraño el de Jacques Brel. Pero un acierto redondo. Y debe ser por eso mismo que, sensatamente dicha, admite registros tan distintos sin perder carácter.

Su interpretación, creo, es difícil de empatar. Y se entiende. Se supone que solamente él sabe de qué va realmente la canción, lo que por otra parte tiene algo que ver con su vida; la que dicen ser la vera historia del origen de esta canción es todo un asunto aparte...

Como quieran.

Aquí queda Ne me quitte pas, por Brel, en vivo.



Dije incontables versiones. Se dice que son más de 3.0000, de las que hay a la mano unas 200, sépalo. Y hasta las hay argentinas.

Elegí algunas de todas partes y épocas. Porque las conocía o porque tienen algo peculiar.
Edith Piaf
Mireille Mathieu
Marlene Dietrich  (Bitte, geh nicht fort..., canta ella en alemán)
Maysa
Gigliola Cinquetti
Estrella Morente
Concha Buika
Céline Dion

Y está ésta, la última que conocí. Tiene sus fanáticos, y conozco uno, al menos. Muy curiosa la interpretación, y algo inquietante, pero, más allá de eso (¿o por eso mismo?), parece muy a la altura.

Es de la catalana Silvia Pérez Cruz.







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Hay alguna que otra cosa aquí y allá en la traducción sobreimpresa. De todos modos, la letra en francés dice:

Ne me quitte pas.
Il faut oublier,
tout peut s'oublier
qui s'enfuit déjà...
Oublier le temps
des malentendus
et le temps perdu
a savoir comment
oublier ces heures
qui tuaient parfois
a coups de pourquoi
le coeur du bonheur...

Ne me quitte pas.
Ne me quitte pas.
Ne me quitte pas.
Ne me quitte pas.

Moi je t'offrirai
des perles de pluie
venues de pays
où il ne pleut pas.
Je creuserais la terre
jusqu'après ma mort
pour couvrir ton corps
d'or et de lumière.
Je ferai un domaine
où l'amour sera roi,
où l'amour sera loi,
où tu seras reine...

Ne me quitte pas.
Ne me quitte pas.
Ne me quitte pas.
Ne me quitte pas.

Ne me quitte pas.
Je t'inventerai
des mots insensés
que tu comprendras.
Je te parlerai
de ces amants là
qui ont vu deux fois
leurs coeurs s'embraser.
Je te raconterai
l'histoire de ce roi
mort de n'avoir pas
pu te rencontrer.

Ne me quitte pas.
Ne me quitte pas.
Ne me quitte pas.
Ne me quitte pas.

On a vu souvent
rejaillir le feu
d'un ancien volcan
qu'on croyait trop vieux.
Il est paraît-il
des terres brûlées
donnant plus de blé
qu'un meilleur avril.
Et quand vient le soir,
pour qu'un ciel flamboie,
le rouge et le noir,
ne s'épousent-ils pas?

Ne me quitte pas.
Ne me quitte pas.
Ne me quitte pas.
Ne me quitte pas.

Ne me quitte pas.
Je ne vais plus pleurer...
Je ne vais plus parler...
Je me cacherai là
à te regarder
danser et sourire
et à t'écouter
chanter et puis rire.
Laisse-moi devenir
l'ombre de ton ombre,
l'ombre de ta main,
l'ombre de ton chien...

Ne me quitte pas.
Ne me quitte pas.
Ne me quitte pas.

Ne me quitte pas.




martes, enero 28, 2014

Fuelle



Buenos Aires con lluvia, para los de acá, es bandoneón, más bien.  

Y hace un tiempo me regalaron un disco de tango, que hoy viene como a medida.

Pero no es un disco cualquiera.

Resulta que hay en la Academia Nacional del Tango un bandoneón de Pichuco Troilo que su mujer le había regalado al bandoneonista Raúl Garello cuando murió su marido, en 1975. Garello lo tuvo por 30 años y después lo donó. Era un Doble A, 3/4 nácar, serie 20334, de finales de la década del treinta.

Hace unos años, con ese bandoneón como protagonista, se convocó a 14 maestros del fuelle para que cada uno eligiera una de entre las 61 obras que compuso Troilo entre 1933 y 1965.

Y así fue que se armó el sumario del disco y de un espectáculo que anduvo por los teatros. Todos tocaron su solo con el mismo bandoneón de Troilo, y cada uno con su estilo y sus arreglos.

Dejo ahora una selección (¿qué apuro hay?, habrá más lluvia...)

A Pedro Maffia, por Roberto Álvarez
Garúa, por Walter Ríos
Milonguero triste, por Pascual Mamone
Sur, por Raúl Garello
Romance de barrio, por Juan Carlos Caviello
Medianoche, por Alberto Garralda
Che, bandoneón, por Leopoldo Federico


Aníbal Troilo nació en Buenos Aires el 11 de julio de 1914. Dentro de unos meses es su centenario. 





miércoles, enero 15, 2014

Folías






La Folía es melodía que al parecer procede de una danza popular posiblemente de origen portugués, o hispano-galaico, tal vez, aunque muy difundida también en Francia e Italia. Está presente en tantísimas composiciones a partir del siglo XV, pero algunas de sus estructuras melódicas y rítmicas -algunas algo alocadas y vigorosas, y de allí folía...- ya se notan en piezas más antiguas.

Portugal las conoció bien. Y España hizo mucho con ellas. En la península y en ultramar, fíjese.

Pero.

Un día llegaron a Italia. Y, ya se sabe, Italia es Italia. Y más en materia de Follie...

Los franceses, por su parte, hicieron lo suyo desde temprano, aunque aplicando su medida algo bastante más racional (y racionalista...) y cortesana, a partir del XVI y sobre todo del XVII. Se entiende, las Folies de Versalles son altra cosa, mon chéri...

En fin.

Para que nadie se quede con las ganas, busqué algunos temas que se grabaron en el disco que dice la carátula fallida del principio. Los dejo aquí para módico deleite, porque se me hace que con hora y tanto de Folías, no es del todo suficiente. Así fue que, de La folia (1490-1701), también con Hespèrion XXI y Jordi Savall, reconstruí lo que pude, que no fue fácil sin el disco a la mano.

Verán ustedes.

Tres de ellas van aquí, que son éstas: de autor anónimo (Cancionero de Palacio), el villancico Rodrigo Martínez; de Diego Ortíz, Recercada N° 4 sobre La Folía y, de Antonio de Cabezón, el romance Para quien crie yo cabellos.

También está de don Antonio Martin y Coll, Diferencias sobre las folias.

Ese volumen tiene otras, algunas bien famosas como Hoy comamos y bebamos a cuatro voces, de Juan del Encina a ritmo de folía, que no incluyo ahora. O como esta espléndida sonata La Follia, de Arcangelo Corelli (ya se vio que el violín es de Manfred Kraemer).





Y como hablé de los franceses del XVII, hay que incluir sin duda a Marin Marais y su afamada Les folies d'Espagne, que también revista allí.






Y éstas son, como pudieron apreciar, algunas muestras de Folías.


De las otras folías -ay, las otras folías...- no es aquí donde hay que hablar. Las hay de todas clases y en todas partes y en todas gentes. Las hay inofensivas y hasta buenas. Y las hay malas, claro que sí, y para nada inofensivas. Cada uno sabrá lo de cada quien. Pero les garanto que aunque no somos tan fulos como suponemos, somos más fulos que lo que creemos. De los buenos e inofensivos. Y de los malos y no tanto.


Y no tengo más para decirles.

Salvo que creo que, después de tantas folías, nos hemos ganado un descanso.





lunes, enero 13, 2014

¡Viva Sevilla!



Todo empezó porque un oyente atento y amigo, y tal vez por lo de la Pilar Moral de vez pasada, me recordó a la catalana Victoria de los Ángeles. Mandó entonces las Sevillanas del XVIII, que es pieza famosa, tradicional y anónima, a la que Federico García Lorca le hizo unos versos en 7 y 5.

Me puse a buscar el original que en alguna parte tenía, en el que García Lorca al piano y La Argentinita hacen esas Sevillanas del XVIII en un disco de pasta de 1931. Creo que hablé de esto antes.

Por lo demás, lo demás fue dar rienda suelta a ver qué más de lo mismo hay por el entero mundo.

Le dejo un encarguito.

Con la versión de Victoria de los Ángeles y todo, vea cuál de todas éstas que aquí dejo en esta selección le cae más simpática. Y mire que hay para varios gustos y de varias partes.
Carmen Linares
Carmen Serrano
Teresa Berganza
Orsika Tóth (una joven soprano húngara -se nota...- que gusta de estos repertorios)
Mikaela (paya, pero sevillana de Triana..., aunque cambia la letra...)
María Farantouri (es griega, se sabe, y también se nota...)
Natalia Ramos

Claro que tengo mis preferencias. Claro.

Y sepa que no cuento ésta que es versión instrumental. La hace el Campanus Guitar Trio, tres napolitanos (por eso lo de Campanus, de la Campania) que le dan un aire distinto y, creo, muestran la distancia que va de Sevilla a Nápoles, que es casi como decir de España a Italia.

De regalo, y por el trabajucho que se ha tomado, va esta Nana de Sevilla, otra vez por García Lorca y La Argentinita.




domingo, enero 12, 2014

Und als Nachtisch...




Uno se equivoca, ¿ve?

Sí que hubo postre anoche, aunque fue casi a la madrugada.

Mozart.

Don Giovanni. El aria Dalla sua pace que Don Ottavio canta para su enamorada Donna Anna, en la escena IV del acto I, según el libreto que escribió Lorenzo da Ponte.
Dalla sua pace
la mia dipende;
quel che a lei piace
vita mi rende,
quel che le incresce
morte mi dà.
S'ella sospira,
sospiro anch'io;
è mia quell'ira,
quel pianto è mio;
e non ho bene,
s'ella non l'ha.
Y esto queda aquí por si quiere ir cantándola.

Eso sí, como pasa en los Nachtische alemanes, hay variedad de recetas.

Elija la que le suene mejor.

Tito Schipa.
Beniamino Gigli.
Hans Peter Blochwitz.
Charles Castronovo.
Nicolai Gedda.
Alfredo Kraus.
Lépold Simoneau (no tuve coraje para borrar el agregado de Il mio tesoro...)
Luigi Alva.
Kenneth Tarver.

Y, claro, Luciano... 



¿Dormir o comer?

Dicen los franceses: qui dort, dîne (el que duerme, cena...)

¿Dormir, comer o música?

No sé, pero digo yo, que no soy francés: qui écoute, dîne et dort...


sábado, enero 11, 2014

Il Giardino, Cecilia (ed io)

A usted no le pasan estas cosas.

Trajina el día desde el alba, anda de aquí para allá en sus cosas (y en demasiadas cosas no suyas...) y así es como pasa el tiempo de la luz de sol, que fue suave y fresco.

Llega la noche y usted, con ella, cae a la cueva como un cazador furtivo, digamos así, de vuelta al cubil, cargado de presas que quién sabe si valen algo.

Abre las ventanas del mundo y del cuore, respira hondo, ventila el ámbito.

Juega con la idea de prepararse un bocado. Y todo termina en unos amargos y unos cigarros. Ya será pasada la medianoche que el cazador furtivo ataque la despensa, en silencio, saboreando los ecos de la casa vacía...

Entonces.

¿Qué habrá de música en esta noche fresca?

De la nada, se yergue imponente el Théâtre des Champs-Elysées, en París.

Y entonces suenan ellos, mis queridos amigos de Il Giardino Armonico.

Y entonces aparece ella, mi querida Cecilia Bartoli (ya le dije: se dice la Bartoli...)

Y casi dos horas de Vivaldi.





¿Ve?

A usted no le pasan esas cosas...



¿Que qué hubo de postre?

No.

Ningún postre.




viernes, enero 10, 2014

Epitafio

Resulta que ayer fue el día de la mandolina. Para mí, claro, porque anduve por esas cuerdas que cada tanto me gusta oír. Cada tanto, no muy seguido. Pero es verdad que cada tanto refrescan, eso sí.

Así fue que -después de pasar por un repertorio más o menos típico- me enteré de que en Ljubljana, en Eslovenia, hay toda una orquesta de mandolinas.

Entre lo que oí estaba esto.




No es la melodía original, enteramente, porque está arreglada.

La melodía original, dicen, es la partitura más antigua registrada. Griega y probablemente de entre el siglo II aC y el I dC.

Tiene su historia, conocida entre melómanos y estudiosos.

Seikilos tenía una esposa, Euterpe (curioso que tuviera ese nombre...), y ella murió. Entonces su marido hizo hacer en su homenaje un monumento funerario con una columna de mármol en la que grabó, entre otras cosas, unos versos y su respectiva notación musical. Y de allí el asunto.

Lo que se canta dice:
Οσον ζής φαίνου,
Μηδέν όλως σύ λυπού
Προς ολίγον εστί το ζήν
Το τέλος ο χρόνος απαιτεί...
Lo que quiere decir, más o menos:
Mientras vivas, resplandece,
en absoluto te apesadumbres;
poco es el vivir
y al final el tiempo reclama...
Las que aquí dejo son tres muestras de la melodía original.

Esta versión suena muy bien (tiene al comienzo una especie de explicit grabado en la columna en el que se dice que esa piedra la hizo Seikilos para el recuerdo perdurable...)

Esta otra también, aunque hay que ver que es algo más elaborada y compleja que el original.

Y esta otra también, con más la peculiaridad de que en la grabación han agregado a continuación un antiguo feliz cumpleaños griego, que allá y entonces no se decía así sino, en dialecto dorio, así:
Δέξαι ταν Αγαθάν Τύχαν,
δέξαι ταν Υγίειαν,
αν φέρομεν παρα τας Θεού,
αν εκαλέσσατο Τήνα!
Es decir, más o menos:
Que tengas buena suerte
y que tengas salud,
es lo que le pedimos (para tí) a la diosa
que da esos dones.



miércoles, enero 08, 2014

Guanajuato



Si tiene menos de 50, hágame caso: pase de largo.

O quédese, si insiste. Pero en silencio.

Esto es cosa seria, no es para mocosos, ni para gente apurada.

O que no haya vivido tiempo. Y vivido vida.

No es imprescindible, pero, si conoce San Miguel de Allende, en Guanajuato, México, tanto mejor.


* * *


La tarde fue agradable, hubo sol, bastante. Un aire suave y liviano que dejó la lluvia.

Se puso el sol hace un rato. La luna creciente vaga al noroeste del mundo. Huele a noche fresca.

Entonces.

Busque una mesita medio baja, tal vez un banco. Busque una buena silla, cómoda. Busque un lugar donde pueda ver el cielo de la noche, sentir el aire. Busque sus cigarros. Busque una copa chica, un vaso, tal vez. Pero chico y nada ancho.

Busque un tequila reposado y sírvase de a poco cada vez.

No: no me entendió. Tiene que ser tequila.

Vea que haya el mayor silencio posible. Alrededor, adentro.

Y deje que Pedro Vargas lo acompañe una media hora, más o menos.

9. Ella.


* * *

¿Listo?


Una sola cosa más: guarde el tequilita. Nunca se sabe.

Mire si lo tiene a don Pedro cerca de nuevo y resulta que se quedó sín...



Ahora sí: buenas noches.




martes, enero 07, 2014

Sor

Hasta los 20 años y pico, oía mucho a Fernando Sor. Siempre en guitarra. Herencia de mi padre a quien le gustaba tanto oír instrumentos y virtuosos. Después, nunca más, o por lo menos hace una punta de años que no.

Vuelvo un apenas a Sor, entonces. Pero ahora con la voz, además de las cuerdas de la guitarra, algo que se oye menos frecuentemente.

Monserrat Figueras con Jordi Savall hacen Te ricordi che giurasti.

Marta Almajano, con J. M. Moreno a la guitarra, hace Cinco seguidillas.

Dos versiones de Mis descuidados ojos. Una, con Soledad Cardoso y la japonesa Maori Muraji, en la
guitarrra.

La otra es ésta. Canta Pilar Moral y, a la guitarra, Nicola Jappelli.



De regalo, y porque sí, porque no son cosas de Fernando Sor, quedan aquí, primero, algo más de la espléndida Monserrat Figuerras, aunque esta vez haciendo algo del talentoso Tarquinio Merula, Sentirete una canzonetta.

Despide, otra vez Pilar Moral, ahora con Adela, canción de Joaquín Rodrigo.





lunes, enero 06, 2014

Ça marche!



¿Le conté que me gustan las marchas militares pero casi exclusivamente las de infantería?

¿Ah, no? ¿Seguro? Qué raro...; hubiera jurado que sí.

Tanto da. Ça marche!

Dejo una selección de lo que me gusta y se puede oír por allí, en versiones no muy buenas, hay que admitir, pero es lo que hay...

Por ejemplo la marcha uruguaya Tres árboles, que viene de la batalla del 17 de marzo de 1897, en el Paso Hondo del arroyo Tres Árboles, departamento de Río Negro, en el Uruguay, que fue por guerras internas de ellos. Está en el repertorio del Ejército Argentino desde principios del siglo XX, pero no en el de los orientales, porque al ponerle letra quedó como canción del Partido Nacional.

También está una marcha  A Tacna, precisamente en homenaje a la Ciudad Heroica de Tacna, que resistió denodadamente a las tropas chilenas durante la Guerra del Pacifico, que fue entre 1879 y 1883.

La marcha 4 de linea, de José Bonomi, está dedicada a ese regimiento de infantería que ya no existe.

Capibary, por su parte, es marcha compuesta por Félix Mastraccio en 1880, y se la conoció al principio con el nombre de “Peribebuy” o “Los mártires de Capibary”. No me gusta nada la Guerra del Paraguay, pero la marcha sí. Peribebuy fue una posición paraguaya conquistada por fuerzas argentinas, el 12 de agosto de 1869.

Esta marcha que llaman Defensa de Buenos Aires, fue un homenaje del siglo XX al regimiento de Patricios y a los episodios que protagonizaron heroicamente ante la invasión inglesa de 1807. La compuso el mayor Rafael Yozia.

La marcha General Belgrano la compuso a principios del siglo XX José Arena, en homenaje a este padre de la patria.

Está por allí la Marcha de los fusileros que es de la época del Virreinato y que figura en el repertorio del Ejército Argentino, particularmente en las bandas de los Patricios, ya que se tocaba cuando aquellas tropas se enfrentaron a los ingleses en 1806 y 1807.

Victorica es linda marcha militar de infantería. Ahora bien. Dicen los eruditos que fue compuesta por el mayor Juan Ríspoli (1847-1907) para homenajear la figura del ministro de Guerra de Mitre, Benjamín Victorica. Qué culpa tengo yo, después de todo...

Se conoce que la marcha Ituzaingó lleva ese nombre porque fue capturada entre las cosas que dejaron en el campo de batalla los brasileños, el 20 de febrero de 1827, después del combate a orillas del río Santa María en Rio Grande do Sul, que se libró durante la guerra con el Brasil de aquellos años. Combate desdichado porque, como se sabe, se ganó por las armas lo que el paspado de Rivadavia perdió después con politiquerías. Quedó la marcha, al menos, que dicen la compuso el emperador Pedro del Brasil, pero eso no lo sé. Desde hace mucho, salvo en los dos primeros gobiernos de Perón, es marcha presidencial.

Al fin, con los sones de Gloria o muerte, desfilan los Granaderos cuando marchan a pie, no a caballo. Y por eso está aquí, se entiende.


Como regalo, antes de irme a paso a compás, le dejo una especie de rareza para muchos. Es marcha de la Armada. Como dice casi todo el mundo, la marcha irlandesa "En la mañana del día de San Patricio" fue incorporada al repertorio militar argentino, con el nombre de San Patricio a secas, en homenaje al almirante Guillermo Brown, que era irlandés, claro. Pero argentino.




sábado, enero 04, 2014

Coplisto /2

Me iba quedando algo de Martín Alemán Mónico, que corresponde ofrecer.

Y aquí va.
1. Tuve un potro sangre 'i toro.
2. Cuando partí.
3. Tornada norteña.
4. Canto a mi tierra.
5. La tollocheña.
6. A mi Orán.
7. Sortija de arena.



Faltaba más.

Usted lo merece.




jueves, enero 02, 2014

Hijos del norte



Y aquí están estas gentes.

Son hijos del Norte, de un modo u otro.

Por la sangre, por el pasiaje en los ojos, por la voz.

Nuevos, en varios sentidos. Pero son del Norte y se les nota.

Por suerte.

Los del Portezuelo, de Salta: La sachapera, Baguala de a dos.
Claudio Sosa, de Tucumán: Horizonte de octubre.
Ciro Acuña, de Santiago del Estero: Tu regreso, Zapato de encuentro.
Juan Ernesto Pucho González, de Jujuy: Angelito de la Puna, Caballo de escarcha.
Y él con Josué Escudero, de Salta: Por unos ojazos negros.
Los Vallistos, de Tucumán: Como arbolito en otoño, Con ritmo de chacarera.
Curepas, de Buenos Aires (sí, ya sé..., pero hay Norte en todas partes...): Una vieja tonada..

De regalo, la mejor versión que tengo del Dúo salteño de la Zamba del laurel, que después de todo son como hijos del Cuchi Leguizamón.