viernes, agosto 12, 2011

Dando vueltas (bonus track)

Un recorrido apenas, ya fuera -pero no mucho- de las arbitrariedades de mediterráneas y gringas.

Por ejemplo, Hans Zimmer, un alemán prolífico en la pantalla, otro de los que, si uno se descuida, hizo la música de todo lo que se filmó o casi.

No tengo que explicar nada acerca de Tom Cruise, uno de esos casos en los que éxito y talento no tienen por qué conocerse, ni ser amigos.


Sin embargo, en The last samurai, hay algunas cosas que merecen un elogio. Hasta donde me alcanza, Koyuki -la actriz principal- es notable. Y algunas partes de la banda sonora, como este brano, Idyll's End, con curiosa mezcla de sonidos occidentales y aire oriental. Hay que saber que la música de Zimmer siempre es discutida: se lo acusa por allí de efectista, sea lo que fuere que se quiera decir con eso.

Bastante más atrás en el tiempo, un francés, Philippe Sarde, compuso este tema para Un taxi mauve (1977), que aquí se llamó Un taxi color malva. La novela de origen, de Michel Déon, cuenta historias de gentes en Irlanda, pasiones, celos, intensidades asordinadas por el clima irlandés y la bonhomía de Fred Astaire, que compone un médico rural, Seamus Scully, que a todos consuela, atiende y aconseja. No está solo: Philippe Noiret y Charlotte Rampling, Peter Ustinov y una jovencísima Agostina Belli, son del reparto. Hace decenas de años que no la veo y guardo de esta película un recuerdo amable.

De un francés a otro, para caer en manos de Bruno Coulais, un parisino que quiso ser músico clásico y derivó en el cine y la TV.

Compuso la música extraña y admirable de Les Choristes que se estrenó en 2004, un ejemplo nítido de cine europeo. De allí traigo dos temas: Caresse sur l'océan y Lueur d'été.

Y vuelvo al Japón, pero de verdad ahora.

No hace mucho, un amigo me recomendó ver una película japonesa premiada. Él es de ascendencia nipona y estuvimos hablando largamente sobre notas fascinantes, herméticas y contradictorias del carácter japonés.

No me arrepentí de ver una difícil Okuribito (2008). Historia de un joven cellista que fracasa en su intento de ser intérprete, y que debe terminar en su pueblo natal, ejerciendo un oficio tan apreciado como despreciado: preparar primorosamente el cadáver de los que parten, a lo que alude el título.

La película fue dirigida por Yôjirô Takita. Un momento central tiene este acompañamiento, que es parte de la música del filme, obra de Mamoru Fujisawa, a quien se conoce artísticamente como Joe Hisaishi y por haber musicalizado varias de las películas del notablemente talentoso Hayao Miyazaki.

Al fin, creo que todo el mundo sabe que Howard Shore es el canadiense que compuso la música de las tres partes de The Lord of the Rings. Algunos ya saben que hará la música de The Hobbit, según se dice.

Pocos saben, en cambio, que actuó en la tercera parte de la trilogía de Peter Jackson, haciendo un bolito como guardia de Rohan, supongo que para sacarse el gusto.


Y es, precisamente, con estos sonidos de The riders of Rohan -tensos, potentes y algo desesperados, tal vez como la propia gente de Rohan-, que ustedes y un servidor quedamos hasta más ver.